Qué satisfactorio es cederle el paso al otro y por ahí derecho ganarse la sonrisa de un desconocido. Esos instantes que no percibimos tan representativos son pequeñas conexiones de humanidad que nos recuerdan que aquí estamos todos, luchándola, con la misma incertidumbre frente a la muerte y la misma necesidad de amor, todo eso antes que cualquier otra banalidad de aquellas a las que sí les manifestamos importancia. Son instantes que nos recuerdan que estamos vivos junto a otros que merecen también esa sonrisa y, siempre, compasión.
Que nuestras acciones generen más de esas conexiones instantáneas, inesperadas y esperanzadoras, y que nuestra mente y corazón sepan valorarlas.
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