Ideas como que los guerrilleros son tan prisioneros de su organización como los secuestrados, o que en realidad no hay otra forma de acabar con esta guerra, pues ellos, los que se han acostumbrado a identificarse a sí mismos como violentos, ya no le tienen miedo a la muerte, sino a la duda de si serán reincorporados y aceptados nuevamente entre los otros.
La idea de hablarle a un ser humano y no a un soldado de la guerra, pues como ser humano es que puede tomar una decisión de vida para ayudar a construir la tranquilidad.
La idea, también, de que con el proceso de paz tantos guerrilleros han empezado a ver el futuro de una manera distinta: a aceptar que hay un final visible y que lo mejor sería pensar en cómo podrán volver a vivir.
Nos quedamos, tantas veces, con ideas que nos sabemos de memoria, casi siempre basadas en el miedo, en la duda, en el lado negro que nos ha enseñado un país dibujado por la violencia.
Pero más sensato es despertar los sentidos para darnos cuenta de los pequeños símbolos del cambio. El país está cambiando y más vale hacerle frente a ese proceso de manera proactiva y positiva.
Me parece oportuna esta conferencia de TED de José Miguel Sokoloff sobre una campaña que siento brillante, dolorosa y hermosa, símbolo de lo que somos, para sacar a los guerrilleros de la selva y llevarlos de vuelta a sus hogares: el enfoque en lo militar, en lo político, se ha agotado. Nos queda una herramienta fundamental, que es hablarnos humanamente.
Un ser humano quiere siempre volver a su raíz, que lo reciban unos brazos con fuerza después de haber tocado fondo. Podemos demostrarnos entonces unos a otros que al final todos buscamos lo mismo, que nuestros sueños se parecen y que vivimos a punta de un poco de amor. Que todos queremos y podemos vivir en paz.
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