Si Dios quiere

“Si Dios quiere”, me dice –o me decía– ella siempre que yo me despedía diciéndole que nos veíamos en un par de días. Y yo pensaba, cada vez, en la incertidumbre de una vida que le dejaba todo a lo que “Dios” quisiera.

La semana pasada puso sus zapatos al lado de la puerta de mi casa al entrar porque estaban muy empolvados. Entonces me contó que por fin, después de esperarlo toda la vida, estaban haciendo unos arreglitos en su casa: el alcantarillado, la puerta del baño, las baldosas del piso…

– ¡Llevamos esperando esto toda la vida! Pero es un polvero, todo está revolcado y desordenado – me contó.

– No importa, doña Mónica, valdrá la pena. Son unos días de incomodidad, pero después estarán felices con una casa mucho mejor –le respondí.

Mónica tiene 63 años y vive con un hijo y la esposa, una hija y la nieta. Ella trabaja todos los días para todos, yendo a distintas casas a hacer el aseo, y haciendo el aseo y la comida de su propia casa. No descansa y no sé cómo le da el cuerpo. Hasta que no le da.

– También queríamos hacer una tercera losa en la casa pero mi hijo me dijo que mejor todavía no, que primero hiciéramos esto otro y que más adelante veríamos. Lo que pasa es que uno a esta edad no quiere esperar mucho para hacer las cosas… –me contó el lunes, ya con las reformas más avanzadas y cerca de empezar a vivir ese sueño que durante años le pareció imposible.

– Doña Mónica, paso a paso lo van haciendo y van a disfrutar cada avance que logren –le dije, y hoy lo recuerdo estremecida.

El martes nos llamaron a decirnos que Mónica no podría venir el jueves porque le había dado un derrame cerebral y que estaba en la clínica. El hijo, llorando, nos decía que le ayudáramos a no dejarla morir.

A pesar de que Mónica lleva más de los años que debieran ser trabajando sin descanso y aportando de lo poco que recibe al sistema de seguridad social, resulta que la maldita EPS (entidad prestadora de salud) que tiene (Cafesalud) no le permite trasladarla a una clínica en la que haya un neurólogo que la pueda atender.

Así las cosas, tenía razón ella en que tal vez no debía esperar para vivir en una casa mejor porque ahora no sabemos si la podrá ver.  Además de la tortura que vivía cada vez que tenía que pedir una cita médica para que la atendieran y le creyeran, la tomaran en serio, parece que un inhumano sistema de salud le venía robando la vida mes a mes hasta que ya no diera más.

Y no dio más. Hoy es un cuerpo de mujer en una camilla en cualquier pasillo a la que no hay que prestarle mucha atención. Ya veremos qué podemos hacer nosotros por ella en medio de este circo para el que quienes tienen menos dinero también tienen menos importancia.

Así las cosas, aún no sabemos si Dios querrá que nos veamos el lunes.

 

La fortuna

Tengo un problema enorme. Un bebé de 36 semanas de mi familia está muy grave en el hospital y allí no tienen cómo atenderlo. ¡Necesitamos ayuda! Una ambulancia medicalizada para transportarlo a otra ciudad. Somos una familia muy pobre – le explicó un hombre a un periodista de una emisora a la que llamó como último recurso.

“Somos una familia muy pobre”, afirmó, como quien dice: el bebé puede salvarse pero nosotros no podemos salvarlo.

Somos una familia muy pobre, es un hecho, así de simple, así funciona.

La descripción más simple, las palabras más comunes, pero me cuesta digerir esa frase, esa aceptación, esa resignación, esa descripción del propio mundo, de la propia fortuna, del azar, de lo que rodea a unos bebés y a otros.

 

El Valle de Nadie en CNN en Español

Entrevista con Pablo Jacobsen para su podcast Máximo Desempeño, de Revista Semana

Autora

Soy Catalina Franco Restrepo, periodista, viajera y lectora incansable. Aprendiz de escritora. Soy colombiana y vivo en Colombia, pero he viajado por 47 países y vivido en Estados Unidos, Canadá y España. Tengo un máster en Relaciones Internacionales y Comunicación de la Universidad Complutense de Madrid porque soy adicta a entender cómo funciona este mundo maravilloso, complejo y tantas veces tan doloroso. Después de hacer una práctica en CNN en Atlanta, he trabajado en medios de comunicación como La W, en editoriales como el Taller de Edición y en distintas empresas como asesora de comunicaciones y relaciones públicas. He hecho traducciones y escrito para distintos medios nacionales e internacionales (actualmente soy columnista de la revista Cronopio). En resumen, a partir de mis lecturas y mis viajes intento comprender el mundo, siento más cerca su dolor y su magia, e intento escribir para compartir un poco de todo eso.

En 2018 publiqué mi primera novela: El valle de nadie (disponible en Amazon).

En cuanto a este blog, hay espacio para mis textos sobre lo que me conmueve, para opiniones sobre el mundo y también para compartir la riqueza del planeta a través de relatos e imágenes de viaje.

Entrevista El Tiempo Televisión sobre El Valle de Nadie

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