Soñar (mi columna en No Apto)

Siguiendo el enlace anterior pueden leer “Soñar”, mi columna de hoy en No Apto sobre lo que sueño para Colombia, lo que le pido al nuevo presidente, por fuera del pánico y de los cheques en blanco, pensando en no excluir a nadie, en que todos podamos soñar, en que la poesía haga parte de esta nación.

Blanco (mi columna de hoy en No Apto)

Haciendo clic en el enlace arriba pueden leer ‘Blanco’, mi columna de hoy en No Apto, sobre lo que Saramago llamó “el lugar mágico del voto en blanco” en su Ensayo sobre la lucidez, sobre esa posibilidad de ejercer la libertad desde la moral. Yo voto en blanco porque necesito mínimamente intuir un buen ser humano.

La nación del tiempo detenido (mi columna en No Apto)

“Yo seguiré eligiendo desde mi moral, buscando una sociedad más humana y más libre, en un país que amo por su belleza y detesto por su tendencia a destruirla, el país de los cien años de soledad, la nación del tiempo detenido.”
Siguiendo en enlace arriba pueden leer “La nación del tiempo detenido”, mi columna de hoy en No Apto.

Lo pavoroso y lo bello (mi columna en No Apto)

“Creo que en este país el pasado carga tanta sangre y pesa tanto, que nos ha hecho olvidarnos de que el presente apenas está ocurriendo y que no tiene que repetir lo que no queremos volver a ver.” Siguiendo el enlace arriba pueden leer ‘Lo pavoroso y lo bello’, mi columna de hoy en No Apto.

El yo más íntimo (mi columna en No Apto)

Siguiendo el enlace anterior pueden leer ‘El yo más íntimo’, mi columna en No Apto sobre esos valores que uno defiende porque forman la propia mirada frente a la vida, recordando la columna de Juan Gabriel Vásquez sobre Zweig y Montaigne, hombres de centro, y sobre la importancia de ser uno mismo.

Elijo humanidad (mi columna en No Apto)

Escribo en No Apto sobre por qué elijo el centro, que es para mí elegir humanidad. Voto por un país de libertades, que no respete más unas vidas que otras, que abrace al medio ambiente y en el que la educación prime sobre el castigo, a ver si logramos paz.

Lo extremo (mi columna en No Apto)

Haciendo clic en el enlace arriba pueden leer ‘Lo extremo’, mi columna de hoy en No Apto, sobre dos escenas que me impresionaron, recordatorios alarmantes de cómo nos hemos deshumanizado, de que ya nos es invisible lo extremo y de que debemos elegir para cambiar lo estructural.

Mi voto por Colombia

Al crecer, si somos personas humanas y si sentimos esa necesidad de ser mejores cada día y de no concentrarnos solo en nosotros mismos sino aprender a ser parte de una sociedad más diversa, armónica y positiva, entendemos que para funcionar en grupo, para relacionarnos constructiva y enriquecedoramente con los demás y para hacer parte de un desarrollo humano, necesitamos aprender a ponernos en los zapatos de los otros, de manera que no solo los comprendamos un poco mejor desde nuestras posibilidades y circunstancias, cultivando y fortaleciendo la solidaridad y la compasión, sino que seamos capaces de opinar y de tomar decisiones en contextos que no se refieren solamente a lo que nos toca de forma directa, sino a construir entre todos sociedades más libres, más diversas, más tolerantes y en las que la mayoría pueda edificar su vida lo más cercanamente posible a su felicidad, sin hacerles daño a los demás.

Nunca se nos olvide que nadie escoge sus circunstancias: ni cómo ni dónde nace, ni rodeado de quién ni con qué oportunidades. A partir de una lotería cada uno hace lo mejor que puede, así que hay que agradecer lo propio y ser solidarios con lo ajeno.

Por eso, cuando he analizado muchas veces mi posición sobre distintos temas que siento lejanos, he intentado poner sobre la mesa una hoja en blanco para dibujar la situación desde una base que no sea la mía, desde un escenario lo más libre posible de prejuicios y de circunstancias particulares, aunque pensado siempre desde mis valores, y entonces se me ha hecho más clara mi posición sobre cada tema:

Si yo estuviera muy muy enferma y sintiera que mi vida ya no era digna, y que estaría mejor terminándola voluntariamente en ese momento, ¿quisiera tener el derecho de tomar libremente esa decisión sobre MI vida? ¡Claro que sí! ¿Les estaría haciendo daño a otros? ¡Claro que no!

Si yo fuera homosexual y tuviera la fortuna de sentir la felicidad que trae a la vida el amor, ¿quisiera poder compartir MI vida con quien yo escogiera con absolutamente los mismos derechos que cualquier otra persona? Y si formara ese hogar lleno de amor, ¿quisiera tener derecho a recibir a un niño/a sin hogar para ofrecerle un espacio humano y amoroso en este mundo? ¡Pero claro! ¿Le estaría haciendo daño a alguien? ¡No! ¡Estaría simplemente compartiendo mi propia vida con quien mejor me sintiera y creando un hogar lleno de esperanza para alguien que no lo tenía!

Si por alguna razón quedara en embarazo bajo circunstancias negativas o sin desearlo con todo mi corazón, ¿querría tener la libertad de decidir sobre mi cuerpo y mi futuro con las condiciones legales y de seguridad necesarias en un proceso suficientemente doloroso? ¡Por supuesto! Las personas deben llegar al mundo a encontrar un espacio digno, constructivo, rodeado de amor y de oportunidades, y cada mujer debe ser libre de tomar las decisiones sobre su cuerpo y su vida.

Si fuera una niña o un joven creciendo en un barrio difícil o con recursos escasos, quisiera con todas mis fuerzas tener la oportunidad de estudiar para aprender no solo conocimientos útiles a nivel académico y después profesional, sino también valores y formas de analizar la vida y las decisiones para aumentar exponencialmente las posibilidades de tomar un camino sano y positivo y de construir una buena vida para mi familia.

Y, lo mismo, si fuera un papá o una mamá en una familia afortunada, quisiera que mis hijos recibieran una educación en donde la libertad y la comprensión humana y respetuosa de la vida fueran la esencia, para que todos entendiéramos que a nadie le falta espacio en la sociedad, que cada puesto tiene el mismo valor, y que desde la diferencia podemos construir un conjunto mucho más rico.

Y así tantas otras cosas, pero una fundamental que desearía desde cualquier rol que la vida me hubiera dado sería la de no perder un solo minuto para tomar decisiones y trabajar por una sociedad en paz. Así costara y tomara tiempo, así ni el camino ni la meta fueran perfectos. La vida no tiene mucho sentido si toca vivirla en medio de la guerra y la violencia. A quien le enseñan a reaccionar con violencia y con venganza, ese será su camino hasta para los más pequeños detalles por el resto de su vida. Así que una gran base para todo es la paz. Y para la paz se necesita educación. Y para que haya medios para educar y para vivir mejor se necesita cuidar los recursos públicos, es decir, reducir al mínimo la corrupción. Pero para que no haya corrupción hay que educar a la gente. Y es más posible que la gente viva en paz cuando se le dan oportunidades para vivir mejor… Y cuando se cuidan los recursos y se construye una vida mejor y se crean oportunidades y se educa la gente, pues hay muchas más personas con buenas ideas y formación para crear empresas sanas e innovadoras y para darles trabajo a otros…

En fin, es algo de nunca acabar pero hay puntos clave sin los que la cosa no funciona. Al fin y al cabo lo que cualquier ser humano busca por encima de todo es alcanzar una vida buena y tranquila, pero MÍNIMO, digna. Siempre la vida humana debe ser digna.

Así, mirando hacia el fondo para decidir el tipo de país que quiero, sé que hay dos candidatos que llenan, lejos de la perfección como cualquier ser humano, ese perfil. Se llaman Sergio Fajardo y Humberto de la Calle. Cómo hubiera sido de feliz de verlos en un mismo equipo, sumando esa cantidad de características, conocimientos e ideas para construir una mejor Colombia. Le estaré siempre agradecida a Humberto de la Calle por todo lo que ha hecho por el país, y lo admiro profundamente por ser la persona que es. Mi voto será por Sergio Fajardo y espero que, si llega a ser presidente, Humberto de la Calle haga parte de su equipo.

Yo voto por un país que no se alimente de odio ni de miedo y que no viva en los extremos. Yo voto por un país humano, educado y libre. Por un país que mire hacia delante y no se mantenga de espaldas destruyendo lo construido desde su rencor y desde el temor que le causa que la sociedad deje de decidir a partir del miedo. Yo voto por un país en donde sus líderes sean incapaces de poner a unos ciudadanos en contra de otros, en donde sus líderes piensen en Colombia a futuro, a costa de su popularidad presente, en vez de pensar en su propio poder.

¡Eduquemos a Colombia en un escenario de paz y nos sorprenderemos con quiénes podemos ser!

 

Lo que no hay que repetir

Entender la esencia del camino, así no se tenga todo resuelto, es a veces la clave para llegar a una meta que permita seguir construyendo a su vez caminos más agradables y claros.

Hace unos meses le pregunté a un joven en Bosnia cómo se sentía con respecto a la recuperación de su país tras una guerra sangrienta e indescriptible que terminó hace apenas 27 años: “Vamos mejorando, aunque es difícil… Tal vez sea un poco más fácil para las generaciones que vienen, que de pronto no se van a acordar tanto de todo lo que pasó… Pero yo lo único que sé es que, así algunos hayamos vivido momentos muy duros, tenemos claro que la violencia nunca más, que saldremos adelante despacio, pero jamás con violencia.”

Me lo dijo con dolor y con una convicción tan impresionante, que yo tuve la certeza de que esa nación y esa sociedad tan heridas tienen esperanza y las espera un futuro mejor.

Ojalá que en Colombia, que tuvimos tantos más años de violencia que Bosnia, nos hayan sido suficientes para entender que la sangre solo trae más sangre y que solo educando para convivir en paz con el otro y para construir un camino de vida legítimo se puede alcanzar la armonía personal, familiar y en sociedad.

Que el futuro de nuestra Colombia no gire en torno al odio ni a la venganza. Que tengamos un país en construcción permanente alrededor de la esperanza y lejos de la guerra, en donde las nuevas generaciones hablen del odio en pasado, como una lección de historia cercana para no olvidar, pero para no repetir.

Pero un hombre, sea judío o no, se habitúa a la guerra como difícilmente es capaz de habituarse a la paz, sobre todo si encuentra un jefe y, más importante que creer en él, cree en aquello en lo que él cree.

El evangelio según Jesucristo – José Saramago.

El Valle de Nadie en CNN en Español

Entrevista con Pablo Jacobsen para su podcast Máximo Desempeño, de Revista Semana

Autora

Soy Catalina Franco Restrepo, periodista, viajera y lectora incansable. Aprendiz de escritora. Soy colombiana y vivo en Colombia, pero he viajado por 47 países y vivido en Estados Unidos, Canadá y España. Tengo un máster en Relaciones Internacionales y Comunicación de la Universidad Complutense de Madrid porque soy adicta a entender cómo funciona este mundo maravilloso, complejo y tantas veces tan doloroso. Después de hacer una práctica en CNN en Atlanta, he trabajado en medios de comunicación como La W, en editoriales como el Taller de Edición y en distintas empresas como asesora de comunicaciones y relaciones públicas. He hecho traducciones y escrito para distintos medios nacionales e internacionales (actualmente soy columnista de la revista Cronopio). En resumen, a partir de mis lecturas y mis viajes intento comprender el mundo, siento más cerca su dolor y su magia, e intento escribir para compartir un poco de todo eso.

En 2018 publiqué mi primera novela: El valle de nadie (disponible en Amazon).

En cuanto a este blog, hay espacio para mis textos sobre lo que me conmueve, para opiniones sobre el mundo y también para compartir la riqueza del planeta a través de relatos e imágenes de viaje.

Entrevista El Tiempo Televisión sobre El Valle de Nadie

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