Es como una roca, con unos ojos muertos que le convierten en el típico negro de pesadilla que te asalta en la calleja peor iluminada del peor barrio de Nueva York. Pero basta que le oigas hablar durante cinco minutos para que empiecen a llegarte otros mensajes. Mensajes de dolor, sabes. Por Dios, pero si no es más que un chiquillo… Un niño asustado. Estos chicos crecen en el ghetto olvidados de todo el mundo. Están aterrados. Se rodean de un muro de machismo, creyendo que eso servirá para protegerles, pero en realidad se les puede destruir en cuestión de segundos. Eso es lo que temen: que les destruyan.
La hoguera de las vanidades. Tom Wolfe.
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