Mostar es una ciudad tan bella y tan profunda en tantos sentidos, que es difícil resumirla en unas pocas frases. La hermosura, la magia y el contraste de las aguas esmeralda del río Neretva con la piedra de sus calles, los colores de las artesanías y las formas del famoso e histórico Puente Viejo (el Stari Most) y de los minaretes de las mezquitas a su alrededor, se combinan con su riqueza cultural e histórica, con el dolor y los recuerdos de la guerra (visibles en fachadas, museos y en las historias de la gente) y el lema de no olvidar, que está presente de forma visible en la ciudad, para darle a Mostar un sentido profundo y llenarla de riquezas para sus visitantes. Jamás olvidaremos la calidez de su gente, llena de dolor y de bondad, y las caminadas coloridas y de postal por esos caminos que sobrevivieron a los horrores cometidos por los hombres en la Guerra de los Balcanes.
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