Lo extremo (mi columna en No Apto)

Haciendo clic en el enlace arriba pueden leer ‘Lo extremo’, mi columna de hoy en No Apto, sobre dos escenas que me impresionaron, recordatorios alarmantes de cómo nos hemos deshumanizado, de que ya nos es invisible lo extremo y de que debemos elegir para cambiar lo estructural.

Las cicatrices y la esperanza de los pueblos

Medellín abraza su historia es un proyecto precioso y valioso de la Alcaldía de Medellín, de la mano del Taller de Edición, con el que se busca compartir información y reflexionar en sociedad sobre la historia de la ciudad para aprender del pasado y construir un mejor futuro. Es un honor para mí que mi artículo “Las cicatrices y la esperanza de los pueblos” abra este libro reflexionando sobre la memoria colectiva desde una mirada internacional, a partir de distintos ejemplos de naciones y sociedades del mundo que se han reconstruido a partir de las heridas del pasado y el aprendizaje grupal permanente.

Para leer el artículo completo:

Tocar la ciudad

Hay que tocar la ciudad. Anoche por fui a ver los alumbrados de Navidad que adornan una parte de las orillas del Río Medellín, unos de los más hermosos del mundo. Tal vez por falta de costumbre y por miedo a la calle, alguien que iba conmigo sugirió verlos desde el carro. Eso sería no vivirlos, no vivir. Así que nos bajamos y nos adentramos en la noche de la ciudad, caminando entre olor a comida, gente contenta y luces de todos los colores que formaban peces, barcos, arbustos de corazones y galletas mordidas, y escribían valores como la tolerancia, el perdón y el amor, en el cielo de una ciudad que se confiesa a sí misma que los necesita.

Caminando, llegamos hasta un show de agua, luces y música, y nos paramos a mirarlo en silencio, entre cientos de personas. De todos lados nos llegaba la voz de Andrea Bocelli, que cantaba “Por ti volaré”. Por un rato no nos dijimos nada. Mirábamos el agua y las luces bailar, pero también a un hombre que giraba una manivela con fuerza en su máquina de crispetas dulces, otro que caminaba con seis termos en la mano ofreciendo tinto, otro más que ofrecía cervezas micheladas innovadoras para no limitarse a la sal y el limón, otro apagando el fuego con la boca sin quemarse, otro paseando perritos de juguete que se rascaban las pulgas, una mujer con la piel arrugada arreglando paquetes de papitas con limón y sal, y hombres lanzando al cielo diferentes figuritas fluorescentes que se convertían por momentos en estrellas coloridas y cercanas entre cientos de manos levantadas que sostenían luces blancas para grabar ese momento por siempre.

Eso somos. Eran las 9:30 de la noche. ¿Somos malos o violentos? Tal vez algunos, pero son la excepción. Aquí lo único que había era una ciudad viva, llena de personas incansables inventando sus días a punta de tinto, crispetas, luces, juguetes y cerveza, con una creatividad y una energía difíciles de imaginar.

Gente que se toca y se mira en la calle, cada uno en su propia lucha, pero no contra los demás.

Y esta noche todo volverá a pasar.

Volaré.

 

 

La única casa

Ayer, en medio del caos actual de las calles de Medellín ocasionado por las obras de infraestructura que se adelantan y al que ahora se suma el tráfico navideño, llegué a una intersección en donde los carros que iban en distintos sentidos se encontraron atrancados tratando de cruzar al otro lado antes que los demás. Cada uno quería pasar primero y no esperar un turno más en el semáforo, que sería eterno.

Se desarrollan esas obras para avanzar y que, quién sabe cuándo, podamos cruzar esas mismas intersecciones de manera más fluida, pero todos nos volvemos locos.

Locos en ciudades en las que predominan los carros y no el transporte público, ni las bicicletas ni las aceras anchas y respetuosas con el transeúnte.

Locos oyendo las historias de atracos en las calles.

Locos abrazando unas fuerzas tambaleantes para apoyar el proceso de paz más difícil de la historia, bajo los gritos de los que no quieren creer en esa paz.

Me preguntaba yo, en medio de esa intersección, paralizada, si todas esas obras y calles tendrían futuro, si mi ciudad llegaría a ser más desarrollada y tranquila, si Colombia sería un país viable, porque en ese preciso instante sentía que no.

Me tapé los ojos con fuerza y me empecé a reír. De alguna manera, los carros se movieron y yo seguí por esa misma calle en la que también había un hombre montado en la rueda de una bicicleta haciendo malabarismos con tres objetos que daban vueltas en el aire, y llegué a mi casa, a mi única casa.

Este es el país que tenemos. País malabarista. Tiene que haber esperanza. Si no creemos, si la perdemos, seremos 47 millones de personas enloquecidas y sin un espacio en el mundo.

Que sigan las obras, tendremos paciencia y pasaremos más despacio; que siga el proceso de paz, nos aferraremos a esas fuerzas, así tambaleen.

 

El Valle de Nadie en CNN en Español

Entrevista con Pablo Jacobsen para su podcast Máximo Desempeño, de Revista Semana

Autora

Soy Catalina Franco Restrepo, periodista, viajera y lectora incansable. Aprendiz de escritora. Soy colombiana y vivo en Colombia, pero he viajado por 47 países y vivido en Estados Unidos, Canadá y España. Tengo un máster en Relaciones Internacionales y Comunicación de la Universidad Complutense de Madrid porque soy adicta a entender cómo funciona este mundo maravilloso, complejo y tantas veces tan doloroso. Después de hacer una práctica en CNN en Atlanta, he trabajado en medios de comunicación como La W, en editoriales como el Taller de Edición y en distintas empresas como asesora de comunicaciones y relaciones públicas. He hecho traducciones y escrito para distintos medios nacionales e internacionales (actualmente soy columnista de la revista Cronopio). En resumen, a partir de mis lecturas y mis viajes intento comprender el mundo, siento más cerca su dolor y su magia, e intento escribir para compartir un poco de todo eso.

En 2018 publiqué mi primera novela: El valle de nadie (disponible en Amazon).

En cuanto a este blog, hay espacio para mis textos sobre lo que me conmueve, para opiniones sobre el mundo y también para compartir la riqueza del planeta a través de relatos e imágenes de viaje.

Entrevista El Tiempo Televisión sobre El Valle de Nadie

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